lunes, 4 de abril de 2011

El estreno de revolucion, el cruce de Los Andes

HAY QUE CONOCER LA HISTORIA DEL PAIS QUE NO TIENE NADA QUE VER CON LA QUE ESCRIBIO MITRE, LA DE LA TRIPLE ALIANZA O LA CONQUISTA DEL, DESIERTO


EL ESTRENO DE “REVOLUCION” EL CRUCE DE LOS ANDES” “SIGNIFICA EL REENCUENTRO CON EL CINE NACIONAL QUE MARCARON “LA GUERRA GAUCHA Y PAMPA BARBARA REINVINDICANDO LA FIGURA DE JOSE DE SAN MARTIN

Esta semana en mas de noventa salas cinematográficas, los argentinos podrán acceder a uno de los Films mas caros y ambiciosos del cine nacional, pero también a la puesta en marcha de un revisionismo histórico desde los contenidos audiovisuales,. En este caso reinvIndicando la figura revolucionaria de José de San Martín, un padre latinoamericano. que junto a Simon Bolivar, forjaron las ideas de la integración de la Patria Grande. En esta nota de Imágenes del Sur, su intérprete, Rodrigo de la Serna, define la grandeza de esa gesta épica del cruce de Los Andes que se expresa en el film de Leandro Ipiña, su director.



Rodrigo de la Serna se pone en la piel de San Martín para Revolución, el cruce de los Andes En Okupas  fue Ricardo, un chico de clase media que se instalaba en una casa abandonada donde conocía a tres pibes de la calle que le mostraban esa marginalidad de la Buenos Aires del post menemismo. Después llegó Sol Negro (Canal América, 2003, dirigido por Alejandro Maci) y su papel de chico problemático de familia bien que terminaba en un neuropsiquiátrico rodeado de locos: “Dichosos los normales, esos seres extraños”, se leía en la pantalla al comenzar. En cine, su debut internacional llegó con Diarios de Motocicleta (2004, dir. Walter Salles) donde fue Alberto Granados, el amigo del joven Che Guevara, a bordo de La Poderosa en sus viajes por Latinoamérica. En 2006, protagonizó Crónica de una fuga, una película de Adrián Caetano sobre un hecho real: la única fuga registrada de ex detenidos desaparecidos en un centro clandestino de detención durante la última dictadura militar.

Este recorrido –para decir que si los papeles de De la Serna hablaran, tendrían mucho para decir de él no es azaroso. “Me interesan los proyectos en donde hay que poner algo más que profesionalismo, se da una energía diferente cuando se trabaja para contar una historia que de por sí conmueve en lo personal porque es parte de la historia de todos”, explica el actor nacido en 1976.

Leandro Ipiña, el director de Revolución, el cruce de los Andes, cuenta que llamó a De la Serna “tímidamente” para proponerle el papel principal de su película: “Él venía con mucha exposición después de la película del Che y cuando le conté dijo algo así como “¡Hacer de San Martín para un actor es uno de los sueños del pibe!”. En la escena en donde se narra el momento previo a la batalla de Chacabuco, cuando San Martín arenga al ejército, Rodrigo de la Serna tomó dimensión de lo que estaba pasando: “Es el clímax de la película, ahí me di cuenta. Yo estaba encarnando a San Martín, con toda la gente del lugar tratándome como si fuera el San Martín de verdad”, se ríe.

–Se apela a un reduccionismo cuando se bautiza a San Martín como Padre de la Patria. ¿Padre de cuál patria?

–Sí, es un error. San Martín es un padre latinoamericano, fue el que hizo posible la revolución. En la Argentina, la mitad del siglo XIX fue muy distinta a la segunda. La Nación se construyó a partir de la primera constitución. En ese momento no existía eso de europeizar el país y achicarlo. El plan era la integración de la región. Esas fueron las ideas que tenían San Martín y Bolívar. El país se acababa de liberar de un yugo de más de 300 años, de un sistema de castas muy severo. Creo que ésa fue la verdadera revolución también... los pueblos que pudieron luchar y hacerse libres. San Martín va forjando su identidad al mismo tiempo que la forja el continente. La identidad estaba conformándose como todavía hoy estamos conformándola como argentinos.

–Rever el concepto de Patria Grande en el contexto actual de integración latinoamericana, ¿resignifica la conformación de la identidad?

–Tenemos una identidad muy compleja. San Martín estaría más que contento con todo lo que está pasando en la región. Se parece mucho a lo que él soñó. Hermandad entre los pueblos sudamericanos, la soberanía, la dignidad ante los países que nos creían subalternos. Uno tiene que saber la historia del país. No tiene nada que ver con la historia escrita por Mitre, con el país que imaginó junto a Sarmiento, la guerra de la Triple Alianza, la Conquista del Desierto. Hay cosas que subsanar en la historia que nos legaron, hay que complementarla y hay que ampliarla. Por esta razón, hay que revisionar la historia, para generar nuevos contenidos que lleguen a nuevas generaciones y se planteen estos debates necesarios para construir nuestra identidad. No podemos cercenar parte de nuestra historia. No podemos negar que tenemos ascendencia africana, ascendencia indígena. No podemos negar que acá hubo genocidios tremendos. El primer genocidio, la guerra del Paraguay; hay que revisionar eso también, la Conquista del Desierto. Cambió de signo a partir de Mitre, pero el ejército que inventa San Martín es desde el pueblo para el pueblo. Es una revolución popular.

–¿Se recreó algo de esa mística en las filmaciones en la Cordillera?

–Todos éramos conscientes de que estábamos creando una película que permitía pensar nuestro pasado. Está bueno cuando el cine es esa especie de circo moderno. Éramos unos transformantes que llegábamos ahí, los técnicos, la gente de vestuario, de arte, los actores, los extras. Se llevaban las mulas para hacer las escenas que salían a las 3 de la mañana. Estuvimos en los lugares pobres donde se decidió la revolución. Es importante que no se olvide el pueblo. Desde un lugar de barro se puede levantar y es el pueblo quien pudo hacer una revolución que encendió la mecha en todo el continente. Eso es maravilloso. Eso es la verdadera revolución, ¿no? La alquimia que se generó en el pueblo de Cuyo. Todo lo que sucedió allí. San Martín le pedía armamentos a Buenos Aires, cuando le contestaban que no había, decidía hacer las fábricas con lo que tenía a mano. Hizo escuelas, levantó el pueblo, embelleció la ciudad, generó conciencia en las personas. Todo el pueblo estaba volcado en esa cruzada. Esa alquimia que se generó me parece que es la verdadera revolución. Un pueblo que fue capaz de hacer cosas maravillosas y grandiosas para mejorar su condición.

–¿Cuál fue la escena más difícil de llevar adelante?

–La primera fue una escena muy compleja. No hay que perder de vista que la película es un thriller y tiene mucha épica. Se descubría un espía y era un momento de mucha tensión. San Martín decide abrirse de camino y tomar un atajo. Esto es un hecho real. San Martín sale último y llega primero. Había que recorrer todos los lugares, emotivos y de paranoia. Filmar esa primera escena, vestido de San Martín, con toda la gente ahí mirando fue la escena más difícil. Después de ésa, ya estaba sumergidísimo en la película. Todas las escenas presentaban dificultades, por cuestiones de logística y de despliegue; a dos mil metros de altura, el calor, la cantidad de extras, el vestuario.

–¿Cómo explica esta tendencia al revisionismo histórico desde los contenidos audiovisuales?

–Uno quiere saber de dónde vino. Hay que decir que el de hoy es un marco muy favorable para la reivindicación de la figura de San Martín en tanto héroe latinoamericano, en este caso puntual. Esta película no se hubiera podido hacer sin las libertades que tenemos hoy para trabajar desde el cine. Yo recuerdo que la última experiencia grande fue acaso con el mejor actor del país, que es Alfredo Alcón. Sin embargo, no se tuvo esa experiencia total de libertad. Se la hicieron difícil. Hoy cambió el paradigma.

–Se involucra en proyectos en donde se presenta la política. Diarios de motocicleta, Crónica de una fuga, esta película… Ahora viene El Puntero, por Canal 13 ¿Cómo será su personaje?

–Es un tipo que está sumido en una marginalidad suprema y trata de salir por donde puede. Está involucrado en la droga y se apoya mucho en el dirigente político que hace (Julio) Chávez. Es un elenco de lujo y a Julio lo admiro muchísimo. En lo que va de filmación, todavía no hay una bajada política partidaria. Y no debería haberla tampoco, la corrupción no tiene que ver con un partido político.

Revolución, el cruce de los Andes (Dir. Leandro Ipiña) es una de las películas más caras y arriesgadas del cine nacional en cuanto a producción: escenas de combate con caballos, espadas, armas, escenas de acción y efectos especiales. Si bien hay referentes antiguos como La Guerra Gaucha (1942, Dir: Lucas Demare) y Pampa Bárbara (1945, Dir: Lucas Demare), no es un género muy explorado en el país. Junto con Rodrigo de la Serna, participan 15 actores más en roles secundarios y alrededor de 1.400 extras que intervienen en distintos momentos a lo largo de las escenas del rodaje. La mayor parte del filme fue rodado en el pueblo de Barreal, ubicado al sudeste de la provincia de San Juan, en el Valle de Calingasta, aunque también se rodaron escenas en la Ciudad de Buenos Aires. Una geografía imponente enclavada entre la Cordillera de los Andes y la pre Cordillera. El filme es una coproducción entre Canal 7, Canal Encuentro y el Incaa, financiada también por la Televisión Española (TVE), el Gobierno de San Juan y la administración de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). Un logro para el cine nacional: esta semana se estrena en 90 salas comerciales de todo el país.
 
SAN MARTIN ES UN REVOLUCIONARIO

“San Martín es un revolucionario a secas, un héroe latinoamericano”Revolución. El cruce de Los Andes es el primer largometraje de Leandro Ipiña. Se trata de una de las películas más caras y arriesgadas del cine nacional en cuanto a producción: escenas de combate con caballos, espadas, armas, escenas de acción y efectos especiales. El filme es una coproducción entre Canal 7, Canal Encuentro y el Incaa, financiada también por la Televisión Española (TVE), el Gobierno de San Juan y la administración de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam).

LA VERDADERA REVOLUCION

“La verdadera revolución es la de los pueblos que luchan y se hacen libres”A punto de estrenar Revolución: el cruce de los Andes, el actor cuenta cómo fue que se preparó para ponerse en la piel de San Martín. Además habla de política y remarca la importancia de rever el concepto de “patria grande” en este contexto de integración latinoamericana. Los proyectos que se vienen de un hombre comprometido. Este domingo, en Miradas al Sur una entrevista de Jimena Arnolfi.

Manuel Belgrano en una superproducciónDespués de dos semanas de filmación en la provincia de Tucumán, el telefilm sobre la vida de Manuel Belgrano continuó el rodaje en distintas locaciones del conurbano bonaerense. Se trata de la segunda ficción histórica realizada por la Televisión Pública y Canal Encuentro en el marco de los festejos del Bicentenario, esta vez junto a 100 Bares, la productora de Juan José Campanella.

“La revolución fue hecha por gente muy joven”En la videoteca de Sebastián Pivotto conviven joyas del cine como Amarcord y Dersu Uzala con tanques hollywoodenses como La Guerra de las Galaxias o Indiana Jones. Esa alianza entre la calidad y lo popular es justamente lo que también resalta en la amplia producción televisiva de este hijo pródigo de Pol-ka, fanático del cine de género y de ciclos como Sábados de súper acción o Cine Fantástico.

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Lo que ocultan las encuestadoras sobre la imagen de Cristina

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El liderazgo de la presidenta está dejando sin trabajo a no pocos analistas de partidos políticos que frente al crecimiento del gobierno, optan por no encargar esa medición que termina de la misma manera que en el cuento de Blancanieves, con la cruda respuesta del espejo consultado.   

LOS ENCUESTADORES OCULTAN INFORMACION SOBRE LA IMAGEN DE CRISTINA Y LA CORPORACION MEDIATICA DECIDIO SACAR DE ESCENA INFORMATIVA LOS SONDEOS DE OPÌNION PORQUE ADEMAS YA NO PUEDEN SEGUIR ENGAÑANDO A LA GENTE

Para los medios monopólicos que exhiben su recalcitrante y cotidiana crítica contra la presidenta parece que ha terminado el tiempo de publicar estudios de opinión pública. Para los medios opositores porque la imagen de Cristina Kirchner es muy alta y porque la intención de voto indica que no habrá segunda vuelta. Para colmo a medida que se destrozan entre si los políticos de la oposición, se le incrementa a estos la pérdida de votos, si se tiene en cuenta que la lógica del ciudadano común, no ya la del militante, pasa por preguntarse que le puede suceder al país si algunos de ellos llegan al gobierno.


Y, curiosamente, quienes están cerca de la Presidenta prefieren no hacer olas. Insisten, quienes la acompañan en la comunicación, en que el mejor mensaje es la gestión y la propia capacidad de Cristina en transmitir la ideología del modelo. Un sociólogo que dirige una consultora prestigiosa cercana al kirchnerismo contó a este cronista que otra consultora –nada oficialista– acaba de hacer una encuesta en la que, sin proyección de indecisos, si hoy fuera la elección Cristina ganaría por el 48% de los votos. Ningún candidato opositor asoma siquiera a la mitad de eso.

Si para los encuestadores un año electoral es tiempo de cosecha, este 2011 será demasiado atípico. Varios consultores perdieron contratos con dirigentes opositores porque se convirtieron en los mensajeros malditos: les muestran a los candidatos unos espejos en los que se ven demasiado pequeños y, encima, les cobran por eso. Algunos encuestadores mantienen sus contratos pero con compromiso expreso de no hacer públicas las mediciones. Otros analistas de opinión pública quieren seducir a los referentes kirchneristas contándoles lo que ellos ya saben. En consecuencia, las buenas noticias no sirven para lograr un contrato.

Quizá sin advertirlo, muchos lectores ya no están atentos a la última medición. Por ejemplo, La Nación le daba a Sergio Berensztein, uno de los socios de Poliarquía, un lugar de privilegio para publicar no sólo encuestas de imagen sino también una serie de indicadores que parecían una suerte de examen sobre desempeño en la gestión presidencial. Berensztein, además, iba a las reuniones de Idea a darles a los empresarios una serie de ideas sobre cómo tenían que elegir a quien los representara en la Casa Rosada. Ahora, La Nación se tiene que conformar con publicar que Ernesto Sanz es visto por los otros radicales como el candidato de Techint y que, encima, desiste de intervenir en la interna partidaria de la UCR. Y cuando tienen que publicar un índice serio –el coeficiente de Gini– lo dejan para el suplemento de Economía (que por cierto estuvo muy bien explicado por Oliver Galak). Clarín directamente desistió de publicar algunas mediciones mentirosas que les acercan los laderos de Eduardo Duhalde y Perfil publicó, el domingo pasado, la cruda realidad de la mano de un estudio de Mora y Araujo y Asociados. Tan bien estaba la nota –en la dirección contraria de todos los artículos catárticos de sus analistas– que destacaba que la imagen de la Presidenta es tan alta como la que tenía cuando fue electa, remarcando que es muy diferente tener adhesión antes de empezar la gestión que a unos meses de terminar el mandato.

Podría inferirse que estas líneas están destinadas a afirmar que unas manos aviesas ocultan las mediciones de imagen de la Presidenta. Se trata de un preámbulo para ir en otra dirección. Lo que ocultan, lo que evitan los intelectuales orgánicos del mundo corporativo, es que están perdiendo la batalla cultural. Hoy ya no sirve manipular a la gente (o al pueblo, o a los ciudadanos) con una zanahoria que le diga: Yo te cuento que fulano tiene buena imagen y vos, que sos un perdedor, te vas a identificar y lo vas a votar porque es la única manera de triunfar que tenés. Más allá de la labor puntual de los encuestadores, la circulación de sus resultados tuvo la pretensión, por años, de ser una profecía autocumplida. Esa mirada se inspira en la asimilación completa de la política al marketing publicitario. Una muestra clara de que esa ideología perdura es cómo los voceros del PRO se ocuparon de que se publicara que Gabriela Michetti había recurrido a un power point en su speech del Buenos Aires Design. Todo very very cool. Y, por supuesto, el power en cuestión había sido elaborado por unos publicitarios contratados por Marcos Peña. El PRO es la fuerza que mejor expresa el desinterés del pueblo por los espejos de colores.
En la Argentina, como en la mayoría de las naciones de América del Sur, no sólo se viven los resultados de políticas públicas de afirmación soberana, sino que también hay una subjetividad que acompaña esos resultados. Fito Páez, el Chaqueño Palavecino, el cine nacional, el Himno Nacional, el tango, Fuerza Bruta, cualquiera de las referencias culturales remite a una potencia notable de lo propio. Es más, U2 en sus recitales hace propios a las Madres de Plaza de Mayo, a Carlitos el Apache y a los jugadores de la Selección Argentina. Lo que explotó desde el 25 de mayo de 2010 es aquello que las miradas oligárquicas no esperaban: una combinación de felicidad y sentimiento patriótico de la mano de la visión de la historia de los sobrevivientes: sobrevivientes de Malvinas, de los setenta y de todas las resistencias al neoliberalismo. Se les escapó la tortuga. Aquella Semana de Mayo terminó de quitar el estigma. Se estrenó una película sobre la vida de Manuel Belgrano y esta semana se estrena otra sobre José de San Martín. Y se está rodando otra sobre la vida de Estela de Carlotto. Ya no hay artistas o directores de teatro que sientan sobre su conciencia la tutela de los suplementos de Espectáculos de ´ Clarín y La Nación, prefieren hablar aunque sus productos vendan menos. Los escritores hacen otro tanto aun desestimando los consejos de los jefes de prensa de las editoriales sobre la importancia de ADN y Eñe. Beatriz Sarlo quiere contentar a los lectores de La Nación con una visión edulcorada del kirchnerismo. Dijo, a raíz del acto del 11 de marzo, que la columna vertebral es la juventud. Ella, la Sarlo, que fue una marxista que trataba de convencer a otros sobre la conveniencia de un Estado que tuviera de columna vertebral al proletariado consciente. De periodistas patéticos ni hablar. Jorge Lanata, el abonado a TN, apenas la semana pasada, desde Boston, había prometido que volvía en cinco años.
Entonces, ¿qué expresa la Presidenta? Podría decirse, sin dudarlo, que ella es una líder política excepcional. También podría decirse, como solía afirmar Néstor Kirchner, que es una persona común con desafíos excepcionales. Pero tan importante –o más– es advertir que es el resultado de una construcción política con décadas de historia que vive una transformación muy importante. El peronismo estaba en el lugar central de la vida política argentina en dos momentos decisivos y en ambas oportunidades –en 1955 y en 1976– fue derrocado por golpes de Estado que funcionaron a medida de las necesidades de intereses empresariales y financieros de los grupos más concentrados. Después de eso llegó el menemismo, que pervirtió valores populares genuinos por un modo viscoso de la vulgarización de los valores culturales conservadores y ultrarreaccionarios. Con Ricky Maravilla llegaban la pizza con champagne y los indultos. Esta vez, con Cristina Kirchner llega la Asignación Universal, Conectar Igualdad, los juicios a los genocidas y una política de seguridad para terminar con la corrupción policial.
Lo antedicho es importante. Pero no es lo esencial. Hoy la sociedad (o la gente, o el pueblo) es protagonista. Y Cristina expresa los deseos de esa sociedad. Es su intérprete. Hace unos años, junto a Néstor y otros dirigentes, llegaban a cubrir un vacío que parecía imposible de llenar. La deserción de aquella dirigencia política proactiva de los negocios privados dejó un espacio. Intentaron recuperarlo en 2008, con la protesta de la Sociedad Rural y sus aliados. Y puede advertirse, a cierta distancia, que fue un intento con base social y no sólo una reacción corporativa. Cuando días pasados Plácido Domingo dio un recital en el Obelisco había sido concebido como un acto cultural PRO. La ópera como una expresión elitista. Sin embargo, el resultado fue la ópera como un genuino acto democrático: un artista que respetó a los artistas organizados sindicalmente. Pero con un detalle crucial: el espectáculo cohabitó con el Día de la Memoria y sus asistentes aplaudieron cuando el locutor hizo mención a ello. Un espectáculo al que Mauricio Macri, la única esperanza flaca de la derecha corporativa, no pudo asistir. Hoy, los operadores de Macri deambulan por los bares de los hoteles pitucos reuniéndose con los operadores de Héctor Magnetto. La última invención del CEO de Clarín es una netbook cara, extremadamente cara, que el Gobierno de la Ciudad quiere entregar por contratación directa a cada secundario porteño. Aunque resulte increíble, a diferencia de las que entrega el programa Conectar Igualdad, los programas y contenidos no los brinda el Ministerio de Educación porteño sino Clarín, el mismo que censura Pakapaka. La privatización de los contenidos curriculares es tan original como patética. Por Eduardo Anguita, Imágenes del Sur.
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Esta en marcha la gran revolucion agraria

EL PAIS OCULTO. EL QUE NO APARECE EN LA CORPORACION MEDIATICA. TAMPOCO SE DIERON CUENTA DE SU EXISTENCIA EN EL 45.



La gran asignatura pendiente que le falto al gobierno de Peron luego de sus primeras medidas revolucionarias sobre todo combatiendo la esclavitud del peón rural. Por estos días será presentado a la presidenta por la Corriente Agraria Nacional y Popular. Esta basada en la reconstrucción de un fuerte desarrollo de la agricultura familiar a partir de un proyecto que iba a poner en marcha Néstor Kirchner con un encuentro en Mar del Plata con hombres y mujeres rurales, curiosamente previsto para horas después de su muerte-. Ahora la agrupación CANPO le entregara a Cristina esta propuesta el 20 de abril durante una concentración en el Luna Park.

AHORA SIGUE LA GRAN REVOLUCION AGRARIA A TRAVES DE MEDIDAS DESTINADAS A SOLDAR LOS ESTRECHOS LAZOS DE PEQUEÑOS Y MEDIANOS PRODUCTORES Y DE ESA MANERA IMPULSAR EL DESARROLLO DE LA AGRICULTURA FAMILIAR


La agrupación CANPO llevará una propuesta con fuerte desarrollo de la agricultura familiar basada en la estrategia de Kirchner para reconstruir lazos con pequeños y medianos productores. Incluye un abordaje político ideológico.

La bandera dirá “El CANPO con Cristina”. Y cruzará de lado a lado el escenario del Luna Park. Todo esto pasará el próximo 20 de abril. Y pasarán otras cosas: la presidenta de la Nación recibirá una suerte de propuesta agropecuaria para sus potenciales próximos cuatro años de gobierno. Un plan, de algún modo, refrendado por la capacidad del estadio: entre 6500 y 8000 personas. En el contexto conocido por todos: en 2008 un conflicto agropecuario debilitó al gobierno hasta el punto de provocarle una derrota electoral en 2009 en Buenos Aires, y hoy día las entidades agropecuarias se retuercen ante la evidencia de que ya no hay nada que las una (más bien todo lo contrario).

Néstor Kirchner murió sin verlo. Pero el 28 de octubre del año pasado, horas después de su paro cardiorrespiratorio, tenía previsto viajar a Mar del Plata para un gran encuentro con hombres y mujeres relacionados con la economía rural. Era nada menos que la presentación nacional de CANPO (Corriente Agraria Nacional y Popular), para la cual ya se habían movilizado unas 5000 personas.

Era una de las apuestas que había hecho el ex presidente para reconstruir los lazos destrozados con los pequeños y medianos productores rurales durante el conflicto desatado por las retenciones móviles. La otra línea de acción es más conocida: la orden al ministro Julián Domínguez para que allane el camino con las entidades que representan a pequeños y medianos productores como Federación Agraria Argentina y Coninagro, en detrimento de la Sociedad Rural, CRA y las grandes estructuras financieras y agrarias. Una política que generará más que un puñado de noticias en los próximos meses (ver aparte).

¿Quiénes son esos que se llaman CANPO y prometen llenar el legendario estadio de box?

El ingeniero Guillermo Martini, subsecretario de Desarrollo Rural, los llama “técnicos” pero son docentes, profesionales, funcionarios, ingenieros, productores. Martini empezó con todo este asunto dos años atrás. Primero eran 20, después 40 y en un momento pararon: porque no iba nadie. Pero volvieron al ruedo después de un tiempo, una vez elaborado el duelo por el triunfo de Francisco de Narváez. Y lo invitaron al ministro Julián Domínguez a una charla. Domínguez los alentó: “Acá hay oro en polvo”, dicen que dijo a modo de aliento. Pero es seguro que no imaginó la capacidad de convocatoria actual. 

Cristina Fernández recibirá el 20 de abril once documentos, que fueron debatidos durante seis meses por regiones y que concluyeron en una carpeta con conclusiones que, por estas horas, son corregidas y aumentadas. “Es un abordaje político ideológico. Un plan nacional y popular agropecuario”, anticipa Martini. “Hay que profundizar desde lo ideológico. Hay que avanzar sobre organismos de regulación. Sobre cuestiones de arraigo de la juventud. Sobre la ruralidad”, avanza el subsecretario. El plan no denosta a la agricultura de los commodities. Pero apunta a profundizar en la agricultura familiar. 

La pregunta cae de madura: ¿No considera Guillermo Martini que en el área rural es donde más lejos están de un proyecto nacional y popular?

–No. No porque veo los avances en los lugares donde trabajo. En la Pampa Húmeda no ha habido grandes avances, le doy la razón. Pero en todo lo que no es la Pampa Húmeda, en economías regionales, producción de alimentos, sí. Hace dos años y medio, cuando arrancamos como Subsecretaría, había que dar una cucharada de sopa y dos kilos de maíz para el chivo. Nuestra tarea era juntar grupos de a 20 productores, hacerles un proyecto, mejorarles la calidad de la comida, el autosustento, el agua, todo eso. Eso hoy está casi resuelto. Por cuestiones de política macro y por políticas que nosotros implementamos. La Asignación Universal por Hijo en el campo se recibe en el campo del que estamos hablando: hay gente que tiene 1200 pesos, 1500. Las pensiones, la jubilación anticipada, el monotributo social de la agricultura familiar donde inscribimos a los productores, que gratis –porque lo pagamos nosotros y Desarrollo Social– tienen derecho a obra social, a jubilación, a facturar, es decir: se visibilizan como productores. Lo social se nos está saliendo de la agenda.

 Martini admite que hay nudos centrales por atacar. La concentración del sector, y el peso tremendo de la arquitectura financiera. “Está por salir la primera caja de crédito cooperativa en la zona de Entre Ríos. Que a diferencia de las mutuales que financian medio de manera espuria, van a ser pequeños bancos locales con control del Banco Central, con depósitos garantizados, al estilo de las cajas cooperativas de Italia o España. Lo que acá destruyeron Martínez de Hoz, primero, y luego Domingo Cavallo. Pero no tengo empacho en decir que hay que reformar la Ley de Entidades Financieras. Hoy los pequeños productores no tienen acceso al crédito. En ese sentido no se ha avanzado mucho”, reseña.. Fuente. Rodolfo Gonzalez Arzac. Tiempo Argentino