miércoles, 20 de julio de 2011

EL ESPECULADOR POLITICO





OPINION. Por Carlos Duclos. Diario El ciudadano -Rosario

REUTEMANN. “NO TENGO NADA QUE VER CON EL KICHNERISMO”

 En el universo político santafesino (y por obra y gracia de Carlos Menem, impulsor de una nueva criatura política) apareció en el escenario Carlos Reutemann, un hombre que puso a consideración una nueva definición de política: “El arte de guardar silencio”; “el arte de borrarse de la escena y aparecer cuando es necesario o las circunstancias lo aconsejen”.

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 Respecto de política y de la acción política, se han dicho muchas cosas, se han arrojado al escenario numerosas definiciones. En el fragor de la lucha cotidiana, algunos dirigentes han sostenido que política es el arte de lo posible y hasta de lo imposible. Claro que esto huele a esa aberración que tanto disgusta al ciudadano, al hombre común, porque lo posible y lo imposible pocas veces fueron sublimados y considerados en razón del bien común, sino en función del dirigente o del sector al que éste pertenece. Con todo, en Argentina ha habido, y con sus defectos los sigue habiendo, políticos que aún guardan ciertas reminiscencias o pequeños destellos de hombres como Perón, como Yrigoyen, Balbín, Justo, Palacios, o como nuestro gran santafesino Lisandro de la Torre y sólo por citar a algunos ¿Qué tenían en común estos dirigentes con lo que siempre debe tener cualquier conductor político? La  militancia y la no especulación.

No se puede hacer política (ni siquiera politiquería de bajo vuelo) si no se es militante. Y no se puede ser militante sin vocación o de vez en cuando, eventualmente, o cuando las necesidades propias o sectoriales así lo aconsejan.

En el universo político santafesino (y por obra y gracia de Carlos Menem, impulsor de una nueva criatura política) apareció en el escenario Carlos Reutemann, un hombre que puso a consideración una nueva definición de política: “El arte de guardar silencio”; “el arte de borrarse de la escena y aparecer cuando es necesario o las circunstancias lo aconsejen”.

Esto hizo Reutemann muchas veces y fue proverbial cuando se suscitó el problema de las retenciones y el enfrentamiento del gobierno nacional con el sector agropecuario. Después de mucho tiempo de perfil bajo y silencio, salió a tomar posición. Como se recordará, no fueron pocos los que se preguntaron por entonces si el que lo movilizaba era el senador nacional o el productor agropecuario.

No fue la primera vez que Carlos Reutemann, a quien muchos dirigentes siguieron por esa vocación de rémoras políticas que tuvieron, especuló, midió el espacio y el tiempo, al mejor estilo de un corredor de autos, que es lo que es. Y la verdad es que tales estrategias pueden servir para ganar carreras, para los fierros y las pistas, pero no para la vida política y mucho menos para el destino de una sociedad.

A pocas horas de un acto electoral, luego de un largo silencio, Lole dice que no es kirchnerista, y les da pie a ciertos candidatos, que viajaron en el tiempo y el espacio peronista desde Vanrell a Bielsa, hasta aterrizar en el humorista Del Sel, a sostener hoy que esas expresiones implican un apoyo al Midachi. ¡Poco serio!

Tan poco serio como haber rechazado el pedido que en su momento le hicieran dirigentes peronistas para que fuera candidato a presidente. Y es poco serio porque para hacer política es necesario hacer militancia, comprometerse con el destino de todos y cada uno de los ciudadanos, y no aparecer de vez en cuando como estrella fugaz, bella pero efímera e insustancial para la vida del observante.

Binner, con relación a los dichos de Reutemann, dijo que el ex corredor trata de “cambiar el humor o la intención de la gente” de cara a las elecciones del domingo. Y todo indica que la posición pública adoptada por el ex piloto tiene esa intención. Sin embargo, parece que los nuevos tiempos advierten que no se puede arrear a las personas (al menos a las pensantes) sin militancia, sin compromiso y haciendo de la acción política una aparición fugaz y especulativa. Por eso Rossi expresó que los dichos del Lole ni lo favorecen ni lo perjudican.

Es dable recordar que la sugerencia de Lincoln siempre ha sido maravillosa: “Hay momentos en la vida de todo político, en que lo mejor que puede hacer es no despegar los labios”. Lo cierto es que si para algunos el arte de hacer política es guardar silencio, lo mejor sería que así lo hicieran siempre, por aquello de (parafraseando el axioma peronista)… “mejor que decir es militar”.

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