sábado, 30 de julio de 2011

ENTRE LAS METAS DEL PLAN ESTRATEGICO AGROPECUARIO Y AGROINDUSTRIAL PARA EL 2020, FIGURA PASAR LA COSECHA GRANARIA DE 100 MILLONES A 170 MILLONES DE TONELADAS CON DESOJIZACION PROGRESIVA

EL FUTURO DEL AMPLIO UNIVERSO QUE CONTIENE AL SECTOR  ESTARA EN GRAN MEDIDA CONTENIDO EN LA PRESENTACION DE LAS CONCLUSIONES DEL PLAN ESTRATEGICO AGROPECUARIO Y AGROINDUSTRIAL CON METAS PARA EL 2020, ELABORADO CON LA PARTICIPACION DE 53 UNIVERSIDADES., MINISTROS DE PRODUCCION DE VARIAS PROVINCIAS Y TECNICOS DE ALGUNAS ENTIDADES PATRONALES

ESTA INICIATIVA SE IBA A EFECTUAR ANTES DE FINALIZAR JULIO, PERO EL RESULTADO DE LAS ELECCIONES EN SANTA FE CON RESURGIMIENTO SOJERO, ALGUN MALESTAR EN PRODUCTORES TRIGEROS SUMADO A INCONVENIENTES CLIMATICOS POSPUSO SU LANZAMIENTO AL 1 DE SETIEMBRE, Y AHORA ESTE PODRIA LLEGAR CON ALGUN ANUNCIO BAJO EL BRAZO EN LO QUE HACE A LA COMERCIALIZACION DE GRANOS.

DE TODAS MANERAS, DENTRO DE LA ACTUAL COYUNTURA  HAY UN DATO QUE ES INSOSLAYABLE ENTRE LA DECADA DEL 90 Y LA ACTUALIDAD Y QUE SE MANIFIESTA EN UN CAMBIO ESTRUCTURAL.QUE HA PERMITIDO QUE LA EXPANSION AGRICOLA  EN LA POST CONVERTIBILIDAD LE DEJARA AL SECTOR UNA GANANCIA ENTRE EL 2002 Y LA ACTUALIDAD, SUPERIOR AL 81 POR CIENTO COMPARADO CON  LOS AÑOS DE LA CONVERTIBILIDAD.

PARA REALIZAR UNA PROYECCION AL 2020 EL PEA TOMO PUNTO DE PARTIDA LAS ACTUALES CONDICIONES MACROECONOMICAS Y UNA FUERTE ADOPCION DE TECNOLOGIA PARA LOS PROXIMOS AÑOS. HAY QUE TENER EN CUENTA QUA LA FAO ESTA PIDIENDO AL MUNDO QUE PARA SOLUCIONAR LOS PROBLEMAS ALIMENTARIOS DEBE AUMENTARSE LA PRODUCCION DE ALIMENTOS EN UN SESENTA POR CIENTO QUE ES JUSTAMEMTE LO QUE PREVE EL PROGRAMA A ANUNCIARSE PERO EN ESTE CASO SE PRETENDE LOGRAR ESE INCREMENTO EN JNA SOLA DECADA.

Por Sebastián Premici.  Revista  Debate      El Gobierno lanza el Plan Estratégico Agropecuario y Agroindustrial (PEA), que impulsará las metas del sector para 2020, entre las cuales figura pasar la cosecha granaria de cien a 157 millones de toneladas, con una desojización progresiva 

La voluntad del campo es una sola, con trabajo y permanencia, consolidar las bases de un país que nos contenga a todos, sin pensar en el color político o en las identidades partidarias. Por favor dejen de castigar al campo, lo que es decir dejen de castigar a la Argentina.” La frase fue pronunciada por Hugo Luis Biolcati, presidente de la Sociedad Rural, durante la inauguración de la 125º Exposición Rural de Palermo. Como es costumbre en el ruralista, sus palabras eluden algunos datos concretos que darían una mirada más acabada de la realidad agropecuaria. Una de las razones que explican los motivos por los cuales la Mesa de Enlace quedó casi desactivada se debe a que cambió la lógica del conflicto con el sector, que continuó creciendo a pesar de la crisis política generada por la Resolución 125. Ése es un dato que no aparece en el acervo de algunos ruralistas (ni analistas económicos), más allá de que haya problemas puntuales, como en el sistema de comercialización del trigo.

El próximo 1° de setiembre, el Gobierno presentará las conclusiones del Plan Estratégico Agropecuario y Agroindustrial (PEA), con las metas del sector para 2020, elaborado con la colaboración de 53 universidades, los ministros de Producción de varias provincias y los técnicos de algunas de las entidades patronales. La iniciativa se iba a lanzar antes (el 25 de julio) pero ciertas inclemencias climáticas ayudaron a posponerlo hasta después de las primarias nacionales. El resultado de la elección a gobernador en Santa Fe, con un resurgimiento del voto sojero y cierto malestar en los productores trigueros de esa provincia y de la de Buenos Aires, también ayudó al cambio de fecha. Ahora el PEA podría llegar con algún anuncio bajo el brazo, sobre todo en lo que se refiere al sistema de comercialización de granos Por fuera de la tumultuosa coyuntura, hay un dato insoslayable. Entre la década del noventa y la actualidad, hubo un cambio estructural.

 Según un trabajo del economista Nicolás Arceo, titulado “La expansión agrícola en la posconvertibilidad”, publicado en la revista Realidad Económica (enero 2011), el sector obtuvo una ganancia -en el período 2002-2010- superior al 81,3 por ciento, en comparación con los años de la Convertibilidad. “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que Biolcati entienda que al campo le va bien porque hay un tipo de cambio competitivo, porque subsidiamos el combustible y la energía, haciendo del productor argentino el más competitivo de la región y porque se invierte en infraestructura, caminos, obras hidráulicas, puertos, etcétera”, sostuvo el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, tras escuchar las palabras del titular de la SRA. 
La salida de la crisis de la Resolución 125 y la creación del Ministerio de Agricultura animó al Gobierno a pensar en un plan de largo plazo, con las principales metas productivas para el sector. Para realizar una proyección a 2020, el PEA tomó como escenario las actuales condiciones macroeconómicas y una fuerte adopción de tecnología durante los próximos años. Para el Ejecutivo, las mejoras en la producción del sector estarán explicadas por el aumento de los rendimientos por hectárea, y una demanda creciente de alimentos y energía a nivel mundial.
La institución de la ONU encargada de velar por la soberanía alimentaria (la FAO) está pidiendo al mundo que, para solucionar los problemas alimentarios, debería aumentarse la producción un sesenta por ciento en los próximos cuarenta años. En las proyecciones del PEA, la Argentina plantea incrementar ese mismo porcentaje de su cosecha granaria en una década, al pasar de los actuales cien millones de toneladas a 157 millones, con una incipiente desojización.

En este sentido, uno de los cultivos con mejores proyecciones es el maíz. Según los datos volcados en el PEA, podría pasarse de los actuales 22,6 millones de toneladas (cosecha 2009-2010) a casi 46 millones, un incremento del 106 por ciento, mientras que la superficie sembrada debería expandirse un 58 por ciento. Esta proyección está justificada por un mayor consumo interno, que apuntará a la generación de valor agregado a partir de la producción de carne porcina -el maíz es su principal alimento- y por la fabricación de biocombustibles. Las exportaciones de este tipo de energía podrían aumentar un treinta por ciento, al pasar de los actuales 1.300 a 5.300 millones de dólares.
Por otro lado, la soja seguirá creciendo pero en menor porcentaje que el maíz. Para 2020 se prevé una producción de 70,9 millones de toneladas, un 34 por ciento más que los actuales cincuenta millones de toneladas. La oleaginosa tendrá un incremento de la superficie sembrada del veinte por ciento. En total, dentro de diez años se espera que el 45 por ciento de la siembra esté destinado a la soja, un 29 por ciento al maíz, un 15 por ciento al trigo y un tres por ciento al girasol y sorgo, entre otros. Esta producción representaría ingresos por exportaciones cercanos a los 34 mil millones de dólares.
Para la Sociedad Rural, y CRA, el plan estratégico tiene “fines electorales” y no sirve para resolver “los problemas del sector”. Desde hace tres años, se volvió una costumbre escuchar en boca de la dirigencia agropecuaria hablar sobre los problemas del sector -que efectivamente los hay-, las faltas de perspectivas y pérdidas de rentabilidad.

En realidad, lo que está por debajo de esos cuestionamientos es cierta visión del rol que tiene que tener el Estado. Cuando Biolcati pide por un “nuevo modelo agropecuario”, ¿estará pensando en dar una mayor participación a las cooperativas en la exportación de granos o en reconocer los potenciales beneficios de propiciar retenciones segmentadas?
“Ojalá fuese su agenda electoral. El mejor testimonio de que la política retomó la capacidad de fijar el rumbo del Estado es el lanzamiento del PEA. Hay un cambio de época que se percibe. Hemos tenido momentos en los cuales veíamos cómo se remataban los campos, cómo los inversores ajenos al sector aparecían para especular. Esto pasaba porque había un modelo de país que despreciaba lo nacional. Hoy existe una nueva realidad que requiere un cambio de mirada”, dijo Domínguez en una entrevista publicada en Página/12, el último sábado.

En los años recientes, los integrantes más duros de la Mesa de Enlace insistieron con que la Argentina debería importar carne, leche, trigo, etcétera. Nada de esto ocurrió. El sector de la carne, quizá uno de los más sensibles por el alto consumo interno y por representar las mayores variaciones de precios dentro del IPC, fue uno de los más cuestionados y cuestionadores. Sin embargo, a pesar de la sequía de 2008, y la pérdida de diez millones de cabezas de ganado en los últimos cuatro años, hoy la ganadería es rentable. Así lo explica Daniel Rearte, coordinador del programa de carnes del INTA.

“Los precios internos son tan buenos como los internacionales. Hoy, hay un cupo suficiente de exportación y por más que se abra completamente el mercado, los precios internos son mejores”, sostuvo el especialista.

El alto precio que hoy se paga por un ternero o un novillo contribuyó a un reordenamiento territorial. Es decir que aquellas zonas netamente ganaderas, que habían sido desplazadas por la rentabilidad de la soja, volvieron a su negocio original. En este sentido, dejó de ser rentable producir quince quintales de soja en un suelo ganadero en Santiago del Estero. Producto de esta recomposición, en las provincias del Norte se dio una mejora del stock ganadero cercana a un 22 por ciento.

Según las proyecciones del PEA, para 2020 se podría incrementar la producción de carne (bovina, porcina, aviar, caprina) en un setenta por ciento y alcanzar los 7,7 millones de toneladas. En el caso específico de la carne bovina, si se llevase el peso de faena a los 450 kilos -ahora está cien kilos por debajo de ese registro-, y con una tasa de extracción del 28 por ciento, en diez años podría alcanzarse una producción de ganado bovino de 3,8 millones de toneladas, de las cuales 2,4 millones serían para consumo interno y 1,3 millón para exportación. Así el stock ganadero sólo debería ajustarse en un diez por ciento.

Uno de los datos más interesantes que presentará el PEA tiene que ver con un análisis de su impacto en las variables macroeconómicas del país, estudio que fue realizado por el Plan Fénix. Para este grupo de economistas heterodoxos, si se cumplieran todas las metas del plan, en una década la Argentina podría duplicar su PBI

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