sábado, 7 de mayo de 2011

Los medios y la politica

LOS MEDIOS Y LA OPINION PUBLICA

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SON FACTORES IMPORTANTES DE PODER, PERO AL MISMO TIEMPO TIENEN UNA CAPACIDAD LIMITADA PARA INFLUIR SOBRE LA MAYORIA DE LA GENTE, LO CUAL HABLA DE UN AVANCE NOTORIO EN LA CAPACIDAD DE DECISION DEL CIUDADANO Y DEL FORTALECIMIENTO DEMOCRATICO

BASTA COMPROBAR QUE SI FUERA POR LA POSTURA CRITICA Y NEGATIVA DE LA MAYORIA DE LA CORPORACION MEDIATICA LA FIGURA PRESIDENCIAL Y LA DEL GOBIERNO YA ESTARIA POR EL PISO, Y SIN EMBARGO A PESAR DE ESA OPOSICION OCURRE LO CONTRARIO

LAMENTABLEMENTE NO POCOS SECTORES Y POLITICOS DE PRIMER NIVEL SIGUEN CREYENDO QUE LA OPINION PUBLICA ES UN REFLEJO DE LA TAPA DE LOS DIARIOS


Cristina Fernández de Kirchner encabeza, hoy, todas las encuestas serias de intención de voto a pesar de su notorio enfrentamiento con los principales medios de comunicación en la Argentina. Este solo hecho debería ser suficiente para cuestionar la extendida creencia según la cual los medios de comunicación masiva (la televisión, los diarios, las radios, Internet) tienen un poder determinante sobre la opinión pública. Pero lamentablemente, aún son mayoría quienes, lo digan o no en voz alta, creen que “la opinión pública es un reflejo de la tapa de los diarios más influyentes del país”. Por Gerardo Adrogue- Revista Debate.

, compartida por buena parte de nuestra dirigencia social, política y económica. Los medios de comunicación hacen y atraviesan el debate público en cualquier sociedad moderna y democrática, como aspira a ser la nuestra. No sólo seleccionan la información accesible a los ciudadanos sino que constituyen la escena misma donde este debate acontece. Pero no hay que dejarse encandilar. Este poder de construcción de los medios entra en conflicto y está limitado por la propia capacidad cognitiva de los sujetos, por los hábitos de consumo de información y por elementos propios de la vida social que desbordan lo mediático. En la práctica, la opinión pública es el resultado de un proceso bastante complejo en el cual los medios de comunicación cumplen un rol importante, pero no determinante.
Investigaciones recientes demuestran que los hábitos de consumo limitan el poder de los medios. Apenas uno de cada tres argentinos consume en forma habitual información sobre la actualidad política y económica a través de la televisión, las radios, los diarios o sitios en Internet. Como fuente de información, los medios compiten con distintas formas de interacción personal que no anulan pero sí redefinen y desjerarquizan su impacto directo. Aunque se genere en los medios, la información circula en direcciones y con sentidos imprevistos. Y aun así, no debería olvidarse de que en la Argentina, como en otras latitudes, menos del diez por ciento de la población puede considerarse público atento y bien informado.
¿Quiere decir esto que, por desinformados, los argentinos opinan irracionalmente? No. La opinión pública es racional y predecible porque existen sustitutos eficaces a la información fáctica. Por eso se afirma que, en el proceso de formación de la opinión pública, los medios de comunicación también compiten con los valores y las creencias de la población, con las expectativas que despiertan ciertos hechos y personajes y con la propia experiencia vital de la realidad circundante. Estudios académicos realizados a principios de los años noventa  demuestran que la capacidad de los medios masivos para influir sobre la opinión pública crece en sociedades débiles, donde el sistema de valores es frágil, no se generan expectativas sobre el futuro o reina el malestar. Pero decrece allí donde las condiciones son las opuestas. El poder de los medios, su capacidad para influir o formar opinión pública, es entonces una realidad históricamente determinada.
En consecuencia, para comprender el fenómeno en nuestro país debemos contestar en principio los siguientes interrogantes: ¿Tienen los argentinos valores y creencias políticas? ¿Existen expectativas favorables hacia el futuro? ¿Cuál es el límite de las expectativas?
La respuesta al primer interrogante es afirmativa. Los argentinos tienen creencias y valores políticos y gozan de buena salud. Se trata de ideas en pugna sobre el rol y las funciones del Estado, la organización institucional, los límites al funcionamiento del mercado, el desarrollo económico, la equidad y la justicia social y el alcance del espacio público.
Lo cierto es que las personas responden selectivamente a los mensajes de los medios y, en definitiva, terminan apoyando a quienes expresan sus propios valores e ideas. Estudio tras estudio demuestra que, en la Argentina de principios del siglo XXI, actúan valores y creencias que contribuyen a formar a la opinión pública más allá del poder de los medios.
La respuesta al segundo interrogante merece una breve digresión. La expectativa no es otra cosa que la manifestación empírica de la voluntad de creer que tienen los seres humanos. En el terreno de la esfera pública y política es la contraparte de la promesa. Como señaló Hannah Ardent, “la promesa sirve para establecer en el océano de inseguridad, que es el futuro por definición, islas de seguridad sin las que ni siquiera la continuidad, menos aún la duración de cualquier clase, sería posible en la relación entre los hombres”.
En la práctica, esta voluntad de creer en las promesas suple, y muy eficazmente, la falta de información específica o los argumentos racionales a la hora de juzgar una gestión de gobierno, evaluar la imagen de un político o decidir el voto. Pero entonces, ¿tienen los argentinos expectativas? Sí, la sociedad argentina aún no ha perdido la capacidad de renovar sus expectativas ante nuevos o antiguos liderazgos, tal como lo demuestra el surgimiento de consensos definidos y eficaces en cada elección presidencial.
El límite a esta voluntad de creer es también el tercer elemento con el cual compiten los medios en los procesos de formación de la opinión pública. Se trata de la experiencia concreta de la vida circundante, de cómo los individuos juzgan sus condiciones de vida, los problemas que los aquejan, su (bien o mal) estar. Es la prueba vital, directa y tangible, sobre la cual los sujetos fundan la confianza. ¿Qué produce confianza? La experiencia vital de bienestar, fuere actual o potencial. Esta experiencia fortalece o erosiona la voluntad de creer en las promesas de los líderes mucho más que cualquier campaña mediática. Si la experiencia es de bienestar, habrá confianza y expectativas; si es de malestar, entonces habrá desconfianza y ausencia de consenso. La capacidad de los medios para alterar esta experiencia concreta de la vida circundante es conmovedoramente baja en el mediano y largo plazo, tal y como lo demuestran estudios recientes sobre evaluación de la gestión del gobierno nacional y comportamiento electoral.
En definitiva, los medios de comunicación son actores importantes en nuestro país pero tienen una capacidad limitada para influir sobre la opinión pública porque la sociedad argentina tiene creencias y valores activos, evalúa positivamente su presente y tiene expectativas favorables sobre su futuro. Tener presente esta realidad debería ayudar a evaluar en su justa medida y armoniosamente al poder de los medios de comunicación en la Ar

1 comentario:

  1. Me parece que los medios hoy por hoy no sirvan prácticamente como formadores de opinión sino que son espejos o guías de a adonde tenemos que mirar y a que cosa prestarle atención. Son tendenciosos con la intención de manipular aunque no se si hoy por hoy pueden llegar a hacerlo.

    ResponderEliminar